domingo, 27 de noviembre de 2011

Ya sé qué es "rock"


Pero no se más que Eric Clapton, o Robert Plant, o Bono, imaginándoselo desde el comienzo, masticándolo, sin desperdiciar un palmo, pero creo que a qué viene, por dónde va más o menos, más que ese fulano, con su camiseta del grupo de moda, haciéndose el duro, creyendo que ya es duro, que tiene "actitud", o si no, "se la montan", escuchando los "gordos", los obesos, los que digan los caciques, en su planeta, escondiendo la mano, siendo cualquier cosa, menos "rock". Yo también aprendí, acudí donde Vicente, adopté los moldes, me aprendí los "scripts", me hice el duro, también tuve pavor, pensé en el "qué dirán", huí de la indisciplina, hice las tareas, seguí las reglas, a todo dije "sí", decía "buenos días", era "caballero", como cuando uno entra al almacén, diligente, "comprometido", escuchaba a "los que saben más", estaba sobrado, ya sabía de música, los artistas, la "actitud"; pero cuando acudió la niña, la "plancha", los "fracasados", todo se me olvidó, lo transferí, y creo que aprendí qué es "rock". Ahí va una patota, intimidadora, cuando van por el parque, el "country", con sus "piercing", sus bates, mitad militar, mitad indigentes, siento un poder duro, rocoso, furioso. Pero cuando la niña se sube al centro de la fonda, con su bombín de fiesta, su saco "fortinero", sus tacones nuevos, del Soho, de Shibuya, canta a Sinatra, "canta el blues", el "rockabilly", me acuerdo que yo también soy yo mismo, libre, puedo elegir, consentir cosas, no consentir otras, puedo salir a jugar, caminar solo, irme del salón, mis slacks me pueden quedar a la cadera, puedo inventar un saludo nuevo, sin miedo a que me rechacen, o me discriminen, igual se lo perdieron. No es nuevo, me ocurrió de niño, se entró a mi casa, con mis papás, qué pena, me sacudió de mis raíces, me pilló desprevenido, a quemarropa, sin haber cumplido los 15, una melena, unos "Vagabond", "scarpe", los tacones son muy rockeros, y pueden pasar al Ritz, al Colón, a la fiesta, y llaman a la rebeldía; y no necesitó tatuarse, o ropa de cuero, o la guitarra de "Slash", mucho menos romperla, hacer un "riff", un solo de batería; de hecho, todo fue estilo "New Wave", "New Romantics", "George", del circuito ochentero, sin tener qué ver con "rock"; y esta mocosa, atrevida, sin educación cívica, se subió a bailar a la mesa, se tomó el aula, la colegiala, por siempre, y después de ganar el dije, por ser la más tierna, la más femenina no "rockear", me despertó, me enseñó más opciones, a rebelarme de vez en cuando, participar, y unas acciones, y unas piernas, de cuando cumpla los 18. Hoy la escucho todavía, me pongo colorado, en mi casa, caminando por Libertador, Recoleta, la Citté, delante de mis colegas, me da pena, pero ahora me dejo el pelo largo, me escapo sin avisar de mi puesto de trabajo, miro mal al que ataca las palomas, o esconde la mano, o se pone corbata, y de dibujitos peor, y repite lo que hace todo mundo, o si no, lo rechazan. Mi banda no toca rock, pero sí lo practica.

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